Profesión Solemne en Cuenca

Hermanas, como sabéis, el pasado día 17, solemnidad de nuestra madre Beatriz, hizo la Profesión Solemne, nuestra hermana Roxana.

Enviamos algunas fotos para que las veáis. Fue un día muy bonito y nos sentimos muy unidas a cada una de vosotras, dando gracias al Señor por nuestra vocación, por nuestra madre Beatriz y por la Orden de la Inmaculada.  Roxana os lo cuenta ella misma:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su sierva... porque ha hecho obras grandes por mí”

Este párrafo recoge en síntesis lo que he vivido a lo largo de mi proceso formativo, pero más especialmente en este día de mi profesión solemne, en el que el Señor de la Vida y de la Historia me ha tomado para siempre para sí; por eso ¡mi alma se alegra y canta sin cesar! Él cuenta con mi pobreza, pequeñez, … y sin embargo, se ha fijado en mí, ha querido sellar una alianza conmigo. Por tanto, hoy, con el júbilo de los “agraciados,” “bendecidos” respondo con firmeza “Sí” al modo de María Inmaculada y digo: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios, porque me ha vestido un traje de gala… como novia que se adorna con sus joyas”

La celebración, tan sencilla, tan bella y emotiva, estuvo presidida por el obispo de la diócesis de Cuenca, D. José Mª. Yanguas, junto con D. Andrés Carrascosa, Nuncio en Panamá, muy amigo de la comunidad; el capellán de nuestra comunidad, D. Juan Camilo Valbuena; D. Danilo Peña, mi hermano que ejerce su sacerdocio en la diócesis de Santa Ana en El Salvador y más sacerdotes de la diócesis de Cuenca, en total 15.

Nos acompañó mucha gente: amigos, familiares, entre ellos, mis padres que lo vivieron como un auténtico regalo de Dios, así como para mí ha supuesto un gran detalle del Señor.

Me llena de alegría saber que cuento con su gracia para vivir en fidelidad la vocación que me ha regalado, para que no se apague el gozo de la llamada a seguirle, para que vaya creciendo cada día mi amor a Dios, manifestado en el prójimo y mi deseo de seguir y configurarme con Jesucristo.

También me alegro de contar con la ayuda y la oración de mis hermanas de la Orden, especialmente de mis hermanas de mi comunidad, con las que tengo que trabajar mano a mano para construir una fraternidad, según el modelo trinitario.

Hoy pido al Señor y a su Madre Inmaculada que nunca dejemos de “proclamar su grandeza” y de alegrarnos en Él, que siempre hace cosas grandes en nosotros. Así supo vivirlo santa Beatriz y así nos lo dejó testimoniado en sus hijas. Gracias a todas por vuestro recuerdo hecho oración.

Este sitio web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de ellas. Puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento. Política de privacidad. politica de cookies.

  
ACEPTAR