VIVENCIAS EN LA COMUNIDAD DE LA PIEDAD DE CÁDIZ
Recientemente hemos celebrado el triunfo sobre la muerte y glorificación al cielo de la Virgen María, a imitación de su hijo Jesucristo, queremos compartir con vosotros el modo en que esta comunidad festejó ese día.
Empezamos con lo que llamamos la QUINCENA DE LA VIRGEN; el día 31 de Julio la madre nos reparte unas hojas; cada una de ellas tiene escrito un adorno de la virgen (velo, pendientes, collar, peine, manto…), las va repartiendo al azar, y todas estamos a la expectativa esperando cual es el adorno que nos toca para este año, ya que estos adornos quieren simbolizar aquellas virtudes que debemos imitar de la Madre del cielo. También va escrito lo que nosotras nos comprometemos a hacer por Ella durante estos quince días, que puede ser media hora de lectura espiritual, el rezo del trisagio, rezar una parte del rosario. Y por último una petición, bien por las hermanas difuntas, por los sacerdotes, por nuestra diócesis…
Cada día antes de completas, rezamos el ejercicio de la quincena, que consiste en una lectura meditativa sobre alguna virtud de la Virgen, tres Avemarías, precedidos por la antífona “Reina de la Orden de la Inmaculada Concepción, ruega por nosotros”, unas preces y el responsorio final de la Virgen: “Hoy la Virgen María asciende al cielo, alegraos porque reina con Cristo para siempre. La Virgen María ha sido elevada sobre los coros de los ángeles en el reino de los cielos”. Se termina con la oración propia del día de la Asunción.
El día de la solemnidad, por la mañana, tuvimos una procesión por los claustros, la imagen se coloca en un pequeño paso, y vamos acompañando a la Virgen, a la vez que entonamos el canto “Los rosales en flor”.
Durante la procesión se hacen cuatro paradas y en cada una las hermanas que lo deseen hacen peticiones a la Virgen, terminada la procesión vamos al coro y allí se lee la renovación del patronazgo. Todas las hermanas de esta comunidad nos comprometemos a tener el nombre de María, y a añadirlo si no nos lo hubieran puesto en el bautismo.
También nos comprometemos a celebrar todas sus festividades con gran solemnidad, la madre le hace entrega de las llaves, porque para esta comunidad la Virgen, es la verdadera Prelada, razón por la cual está colocada en el centro del coro, encima de la silla de la abadesa, portando el báculo y el libro de la Regla. Al finalizar nos acercamos a la Virgen de dos en dos, hacemos un gesto de veneración hacía ella y besamos su manto.
Por la noche hicimos lo que comúnmente llamamos la “procesión del pueblo”. También se hace por los claustros. Las hermanas se acogen al manto de la Virgen, colocándose debajo de él.
Como todo en esta vida, las palabras no bastan para expresar lo que cada una vive en esta quincena. Porque ya veis que es algo muy sencillo, pero para nosotras tiene mucho significado, es lo mejor que se nos ha ocurrido para honrar de una manera más plena a nuestra Madre y Prelada, la Virgen María.
Es algo que se lleva haciendo en esta comunidad desde siempre, conservando así las sanas tradiciones de la misma.